viernes, 22 de septiembre de 2023

Jean-Jacques Henner (1829-1905)

Jean-Jacques Henner (1829-1905) en su estudio en 1898, pintando a la pintora francesa Laura Leroux-Revault (1872-1936), hija del pintor Louis Hector Leroux (1829-1900). La fotografía es cortesía de la Universidad de Ámsterdam y fue tomada por Nanda de Groot.




Laura Leroux-Revault se formó, como muchas otras pintoras de la época, en la Académie Julian de París. Primero alumna de su padre, luego se formó bajo la dirección de Jules Lefebvre y en el estudio de Jean-Jacques Henner. Los dos hombres son amigos de Louis Hector Leroux.




Pintor francés del siglo XIX. Jean-Jacques Henner nació en Bernwiller, un pequeño pueblo en Alsacia, una región que en ese momento estaba bajo control francés. Desde una edad temprana, Henner mostró un talento innato para el arte. Ingresó en la École des Beaux-Arts de París en 1846, donde recibió una formación académica en pintura bajo la tutela de importantes maestros, incluyendo a François-Édouard Picot y Ary Scheffer.
A lo largo de su carrera, Henner se especializó en retratos y desnudos, destacando por su habilidad técnica y su capacidad para capturar la belleza y la sensibilidad en sus obras. Expuso regularmente en el Salón de París, lo que contribuyó a su creciente reputación como artista.



Estilo artístico de Henner se enmarca principalmente dentro del movimiento artístico del Realismo tardío y el Academicismo. Aunque su obra comenzó con influencias del Romanticismo, posteriormente se adhirió a una estética más realista y académica.
También se destacó en la creación de retratos y desnudos. Sus retratos eran conocidos por su atención al detalle y la representación fiel de los rasgos de sus sujetos. Sus desnudos, en particular, eran muy apreciados y exhibían una habilidad técnica excepcional.




El manejo de la luz y el color sus obras a menudo presentaban una iluminación suave y tenue, que confería a sus cuadros un tono íntimo y emotivo. Sus paletas de colores eran ricas y variadas, lo que contribuía a la profundidad y la belleza de sus composiciones.



Henner es también conocido por su técnica de pincelada suave y cuidadosa. Esto se refleja en la suavidad de las transiciones de color y la meticulosidad en la representación de texturas, como la piel humana y la tela.



Henner tenía una profunda afinidad por la naturaleza, y esto se reflejaba en muchas de sus obras. Sus paisajes y representaciones de la naturaleza a menudo evocaban una sensación de belleza tranquila y contemplativa.

Fue un pintor exitoso durante su vida y recibió numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera. También tuvo una influencia significativa en la escena artística de su tiempo y enseñó en la École des Beaux-Arts de París.


En resumen, Jean-Jacques Henner fue un pintor francés conocido por su estilo realista y académico, con un enfoque en retratos, desnudos, y un manejo magistral de la luz y el color. Su obra sigue siendo apreciada por su habilidad técnica y su capacidad para evocar una sensación de belleza y emotividad en sus cuadros.








jueves, 21 de septiembre de 2023

Pau Sintes Pons

El pintor y publicista Pau Sintes Pons (Alaior, 1960) Menorca _ España. Desde una edad temprana, comenzó a dibujar y pintar en la escuela municipal de Alaior, donde se introdujo en la técnica del color, el óleo, los pasteles, etc. Más adelante, emprendió un camino en solitario, donde descubrió la pintura acrílica y, de manera autodidacta, desarrolló lo que sería su nueva pasión: la técnica del artefacto, la pintura en 3D, realizando su primera exposición en 1977. Pau Sintes forma parte de una generación de artistas de Alaior, inquietos y fieles a su tradición mediterránea.



Es un artista polifacético que siempre busca e investiga nuevas técnicas, ya sea pintando decorados teatrales, artefactos en el suelo o pintando elementos en relieve como esculturas, etc., formas irrelevantes que alteran y plasman una realidad que habita únicamente y exclusivamente en la mente del artista. Como él mismo dice: "El arte, además de verlo, también está para sentirlo".




Pau Sintes es algo más que un pintor paisajista tradicional. Interesado desde siempre en la búsqueda de nuevas técnicas expresivas, da un nuevo paso como artista en su afán de experimentación, con imágenes tridimensionales que trascienden el marco físico de los cuadros, para proyectar hacia fuera el resultado de un trabajo interior que transforma y deforma la realidad; una realidad que, dicho sea de paso, habita únicamente y exclusivamente en mi imaginación. A través de una tridimensionalidad que roza lo artificial, propongo un juego al espectador






Para provocar esta implicación, intento engañar la vista del público jugando con la perspectiva a manera de trompe l'oeil; todo esto, en coherencia con su idea de trascender los convencionalismos pictóricos e imprimir un sello personal a su pintura. En este esfuerzo artístico cargado de intencionalidad lúdica, entremezclo una pintura irreal, llena de fantasía y concesiones a la imaginación, con formas reales que identifican mi compromiso con el paisaje menorquín, siempre presente en mis obras, y con una cierta tradición mediterránea muy ligada a la luz y al color.












viernes, 15 de septiembre de 2023

El edificio Telefónica en la Guerra Civil Española

"Madrid fue bombardeada durante la Guerra Civil entre los años 1936 y 1939. Fue la primera vez en la historia en que se bombardeó una gran población de manera sistemática y moderna. Este dudoso mérito es paradójicamente poco conocido en comparación con otros bombardeos europeos, como los de Londres o Coventry en el Reino Unido, o Dresde en Alemania."




Del 36 al 39 Madrid sufre bombardeos de forma sistemática con unos medios técnicos, un ritmo, sucesión e intensidad no vistos sobre una gran población hasta entonces. Son hechos sobre los que existe documentación que no es nada fácil de encontrar. 

El edificio Telefónica, situado en el número 28 de la Gran Vía, fue un lugar protagonista durante la Guerra Civil. En este edificio, el más alto de la capital en ese momento, se encontraba la Sección de Prensa y Propaganda del Ministerio de Estado, la Oficina de Prensa Extranjera (donde trabajaba como censor y traductor el novelista Arturo Barea) y algunas oficinas del servicio de contraespionaje republicano.


La Gran Vía es más que una calle. Su construcción cambiaría Madrid para siempre. Sus edificios son símbolos de un siglo en el que la vida no volvería a ser como fue siempre. Hoy hablamos del gran Edificio de Telefónica.

Esta construcción ostentó el título de edificio más alto de Madrid durante muchos años. Conoce su historia y el cómo todo lo que sucedía entre sus salas fue un fiel reflejo de cómo Madrid dejaba atrás el peso de la tradición para convertirse en una gran capital europea.




En la construcción del Edificio Telefónica se cumple el refrán que dice que el maestro fue superado por el aprendiz. Juan Moya quería hacer de esta construcción un gran homenaje al barroco, sin embargo, la juventud de Cárdenas le empujó a realizar un edifico más moderno, a imagen y semejanza de los grandes rascacielos que se construían en Estados Unidos.


El Edificio Telefónica mantendría el estilo barroco en su portada. El objetivo de su construcción era doble. Por un lado, albergar la sede de la gran compañía Telefónica. Por otro, embellecer Madrid y dotar de modernidad a esta gran avenida que acaba de nacer en la capital.




Su construcción se inició el 12 de octubre de 1926. Tardaron solo tres años en finalizarlo. Las vallas publicitarias que se instalaron en sus aceras y andamios se convirtieron en todo un símbolo de la capital.

Con sus 89,30 metros de altura, se convirtió en el edificio más alto de Madrid. Para ello, se tuvo que violar una normativa del Ayuntamiento de Madrid que prohibía crear construcciones de más de 35 metros de altura.

El Edificio Telefónica fue el segundo rascacielos construido en España, solo por detrás de la sede del Banco Pastor en Coruña. Lo que sí fue es el primero de la capital y uno de los primeros de Europa.








Bibliografía :  https://www.que.madrid
                      https://www.eldiario.es

jueves, 14 de septiembre de 2023

El monasterio de Santa María de Montserrat

El monasterio de Santa María de Montserrat, es una abadía benedictina situada en la montaña de Montserrat, perteneciente a la comarca del Bages, provincia de Barcelona _ España. A una altura de 720 metros sobre el nivel del mar.


El origen del monasterio es incierto: se sabe que, alrededor de 1011, un monje procedente del monasterio de Santa María de Ripoll llegó a la montaña para encargarse del monasterio de Santa Cecilia, quedando así el cenobio bajo las órdenes del abad Oliba de Ripoll. Santa Cecilia no aceptó esta nueva situación, por lo que Oliba decidió fundar el monasterio de Santa María en el lugar donde se encontraba una antigua ermita del mismo nombre (1025). A partir del 1082, Santa María pasó a tener abad propio y dejó de depender del abad de Ripoll.


Esta ermita se había convertido en la más importante de todas las que existían en la montaña gracias a la imagen de la Virgen que en ella se veneraba desde el 880. Alrededor de estos hechos se concibió la leyenda del ermitaño Juan Garín, que inspiró el poema épico culto El Monserrate, de Cristóbal de Virués, y otras obras literarias y artísticas.




Entre los siglos Xll y Xlll  se construyó la iglesia románica, y de esa época procede la talla de la Virgen que se venera actualmente. A finales del siglo Xll, el abad regente solicitó que se permitiera ampliar la comunidad de monjes a 12, mínimo requerido para que se considerara abadía. El siguiente siglo fue el del inicio de la lucha de Montserrat para conseguir su independencia del monasterio de Ripoll. Esta independencia no llegó hasta el 10 de marzo de 1410 y fue concedida por el papa Benedicto XIII. En 1476 se construyó el claustro gótico



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En 1493 el rey Fernando el Católico envió al monasterio 14 monjes procedentes de Valladolid y Montserrat pasó a depender de la congregación de esta ciudad castellana. Durante los siglos siguientes se sucedieron los abades tanto de la Corona de Aragón como de otras zonas de España.




El siglo XlX fue especialmente trágico para Montserrat: a primeros de siglo fue incendiado dos veces por las tropas napoleónicas, en 1811 y en 1812. El monasterio fue saqueado e incendiado, y se perdieron muchos de sus tesoros.





El conjunto del monasterio está formado por dos bloques de edificios con funciones distintas: por un lado la basílica con las dependencias monacales; y por otro los edificios destinados a atender a peregrinos y visitantes. Estos últimos incluyen diversos restaurantes, tiendas y una zona de alojamiento.








Esta fachada da paso a la basílica propiamente dicha, a la que se accede a través de un atrio construido en siglo XVIII, aunque ampliamente reformado durante el siglo XX. Este espacio se encuentra flanqueado por los sepulcros de nobles de Aragón (Juan II de Ribagorza y Bernat II de Vilamarí), por diversas esculturas representativas de Santos de la Iglesia católica, y por pinturas que recogen las visitas a Montserrat de los Reyes Católicos y de Don Juan de Austria, respectivamente.



Pasado el atrio, se entra en la plaza porticada del Abat Argerich, decorada en sus laterales con pinturas y grabados que representan cronológicamente la historia de la Abadía de Montserrat y con mosaicos en el suelo. Al final de esta plaza se abre la gran puerta que da entrada a la Basílica.



Ya en el interior del recinto, nuestra visita sigue en la iglesia propiamente dicha, construida en planta de una sola nave y de medidas grandiosas (68 metros de largo por 21 de ancho y 33 metros de altura). Está sostenida por unas columnas centrales, con tallas del artista Josep Llimona, que representan a los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.


Justo encima del altar mayor se sitúa el camarín de la Virgen, al que se accede después de atravesar una portalada de alabastro (Puerta Angélica) en la que aparecen representadas diversas escenas bíblicas. El Trono de la Virgen es de plata repujada, con dos relieves que representan la Natividad y la Visitación, y una imagen de San Miguel.




La Abadía de Montserrat está regida por una comunidad de monjes de la orden Benedictina. Actualmente, la comunidad está formada por alrededor de setenta monjes que, como en cualquier monasterio de dicha orden, dedican su vida monacal a la oración, el acogimiento y el trabajo, siguiendo el lema de “Ora et Labora”.

El llamado Camino del Ave María, donde es habitual realizar ofrendas en forma de cirios, y que vuelve a dar a la plaza interior de la que antes hemos hablado; aquí destaca una impresionante estatua del Ángel de la Anunciación y una imagen en cerámica mayólica de la Virgen María. Vale la pena indicar que el camino está adaptado para personas con movilidad reducida​.







Bibliografía : https://www.visitarmontserrat.com


martes, 12 de septiembre de 2023

"La luna saliendo a la orilla del mar" es una obra de Caspar David Friedrich



"La luna saliendo a la orilla del mar" es una obra de Caspar David Friedrich (1774- 1840) del año 1822, con unas dimensiones de 55 x 71 cm. Actualmente, se encuentra en la Galería Nacional de Berlín_ Alemania.

Friedrich maduró en una época en la que crecía la desilusión en toda la clase media europea dando lugar a una nueva apreciación de la espiritualidad. Este cambio en los ideales se expresa a menudo a través de una revaluación de la naturaleza, en artistas como Friedrich, Joseph Mallord William Turner y John Constable que trataron de representar la naturaleza como una «creación divina, que debe ajustarse contra el artificio de la civilización humana.




Este óleo es parte de un par junto con "Paisaje con un árbol solitario". Ambos fueron encargados por un destacado coleccionista berlinés, el Cónsul Wilhelm Wagener, en 1822. Tras la muerte de este coleccionista, su colección pasó a ser propiedad de la Corona de Prusia, y constituye la base de la actual Galería Nacional de Berlín.

Esta obra se concibió como contrapunto a "Paisaje con un árbol solitario": el primero representa la mañana, mientras que el segundo representa el ocaso. Mientras que en el primero se muestra la naturaleza en su apogeo, en el segundo el enfoque se centra en las figuras humanas. Además, contrastan la riqueza cromática y vibrante de uno con la uniformidad de los tonos violetas y azules del otro; en uno se aprecia una vasta panorámica de Bohemia, mientras que en el otro se representa la costa báltica.




Friedrich era maestro en el manejo de la luz y la atmósfera en sus pinturas. Utilizaba la luz para crear efectos dramáticos y para destacar elementos específicos en sus composiciones. La atmósfera en sus obras a menudo era brumosa o difusa, lo que contribuía a la sensación de misterio y contemplación.

A pesar de la grandeza de sus paisajes, Friedrich a menudo incluía figuras humanas solitarias o grupos pequeños en sus obras para enfatizar la relación entre el individuo y la naturaleza. Estos personajes a menudo están de espaldas al espectador, mirando hacia el paisaje, lo que crea una sensación de introspección y soledad.




Una paleta de colores sobrios y apagados, que incluía tonos de gris, azul, verde y marrón. Esto contribuía a la atmósfera melancólica y contemplativa de sus obras y con una composición cuidadosamente equilibrada y simétrica, con elementos naturales dispuestos de manera armoniosa en el lienzo. Esto ayudaba a crear una sensación de orden y serenidad en medio de la naturaleza.



Entre 1815 y 1816 Friedrich volvió a viajar por el Báltico. Este último año fue admitido en la Academia de Dresde, recibiendo un sueldo de 150 táleros.El 21 de agosto se traslada con su familia a la casa «An der Elbe 33» de Dresde, situada en el límite de la ciudad, a orillas del río Elba, lo que le permite observar a las embarcaciones que pasan lentamente por delante de su casa. Allí recibió la visita, en diciembre del mismo año, del Gran Príncipe Nicolás de Rusia; este, siendo zar, le compraría más tarde numerosos cuadros a través del poeta Vasili Zhukovski.

A partir de 1820 inmortaliza paisajes campestres, sin dejar por ello las representaciones marinas.