Manhattan en el año 1851, obra del fotógrafo estadounidense Wilhelm Heine (1827-1885). La historia dice que Manhattan, fue una pequeña isla de Norteamérica que hoy en día es el centro financiero y cultural del planeta, fue comprada por los colonos holandeses a los indios por sólo 25 dólares. Desde aquel día de 1626 han pasado cuatro siglos y muchos episodios: guerras, revoluciones, progresos, atentados… Manhattan siempre ha tenido un protagonismo especial.
En una estantería perdida en los Archivos de La Haya. Rebuscando entre antiguas carpetas cubiertas por el polvo de los siglos encontramos un papel. Una carta enviada al director de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y fechada en el 24 de mayo de 1626. En ella figura una anotación muy clara: los colonos holandeses adquirían por 60 florines el sur de la isla de Manhattan, controlada entonces por varias tribus indígenas.
No se sabe con certeza quiénes fueron los receptores de tal cantidad (si los indios canarsie, los metoac o los wappinger), pero parece claro que por el módico precio de 25 dólares los holandeses se hicieron dueños de 9.000 hectáreas en la zona que hoy es el centro financiero del mundo. En la actualidad, según los cálculos de los historiadores, la transacción equivaldría a unos 1.000 dólares. Una suma ridícula para el valor que tiene hoy este punto concreto del planeta.
En la actualidad el recuerdo de la fundación holandesa se puede ver en la propia bandera de la ciudad de Nueva York, que utiliza los mismos colores que la enseña de los Países Bajos: naranja, blanco y azul en similar disposición. Pero ésta no fue la única urbe fundada por holandeses. Albany, capital del Estado de Nueva York, también había sido inicialmente un asentamiento de colonos llegados desde los Países Bajos y bautizado como Fort Orange. La importancia de la colonización holandesa es a menudo olvidada en Estados Unidos, y en la actualidad varios estudios y libros tratan de poner sobre la mesa cómo aquellas décadas de ocupación resultaron determinantes para la configuración del modelo social, los principios democráticos y el propio carácter de los estadounidenses.
La guerra entre Inglaterra y los Países Bajos no cesaba a ambos lados del Atlántico y en 1673 los holandeses recuperaron la ciudad, rebautizándola como Nueva Orange. El Tratado de Westminster puso fin al conflicto entre las dos potencias y devolvió definitivamente Nueva Ámsterdam a manos inglesas. En el corazón de Manhattan se hizo pública la noticia: en honor al Duque de York, este asentamiento pasaría a llamarse Nueva York.
En 1783 George Washington recorría las calles de Manhattan victorioso. Un nuevo país había nacido y tendría en Nueva York su capital, al menos durante unos años. En el número 26 de Wall Street, donde hacía 150 años habían levantado una muralla defensiva los colonos holandeses, el general Washington prestó juramento sobre la Biblia. Estados Unidos ya tenía a su primer presidente. El edificio en cuestión, el Federal Hall, fue destruido en el s. XIX, y en la actualidad un monumento recuerda su emplazamiento en una de las calles más famosas de Manhattan.
Bibliografía : https://istoriamundial.wordpress.com