Tissot nacido en Nantes _ Francia, proviene de familia de origen italiano. Su padre era un empresario del mundo de los tejidos; su madre, ayudante de su marido en el negocio y diseñadora de sombreros. El vínculo de su familia con el mundo de la moda justifica la pasión y el detalle que el artista brinda a la vestimenta, llegando hasta el mínimo detalle de cada traje, textura de tejido o complementos.
La pintura de Tissot trasmite algo más que el atuendo. Se trata de la atmósfera, a la manera de un fotograma de cine, con todo lo que rodea a la persona o personas retratadas: entorno, mobiliario, postura, gestualidad…ya sea en una locación interior (salones de baile, salas de residencias) o exteriores (jardines, parques, calles transitadas, el observador de su obra se ve sumergido en una narración visual casi cinematográfica en la cual solamente faltaría el movimiento y el audio.
Formado en la escuela del neoclasicismo, en la Escuela de Bellas Artes de París, Tissot, después de incursionar en diversas temáticas -entre ellas lo medieval y estética asiática- se establece en Londres en 1871 donde comienza como caricaturista para Thomas Gibson Bowles, (dueño de la revista “Vanity Fair”), y comienza a introducirse en la vida de la alta sociedad londinense. Este es el inicio de la etapa de su pintura enfocada a retratos del elegante mundo destacándose por sus habilidades para brindar la atmósfera elegante, de buen gusto que, según algunos, con más espíritu francés que británico.
Por tanto, la obra de Tissot a que nos referimos, coincide con la moda del polisón, desde su primera aparición en el 1870 hasta el paréntesis de su desaparición entre los años 1875 y 1883, en el que dos damas se encuentran en el exterior o interior de un barco observando el entorno.
Su éxito fue bastante rápido y, desde 1859 hasta 1870, participó con asiduidad en el Salón en París y expuso en varias ocasiones en Londres, lo que le convirtió en un pintor conocido, apreciado y rico. Durante estos años define como será su estilo definitivo: luminosidad intensa, colores vivos, composición elegante y equilibrada, refinamiento en los detalles, y una atmósfera que se complace en envolver en un esteticismo muy marcado.
Sin embargo, tras la proclamación de la II República Francesa, y los sucesos de La Comuna de París, en los que parece que el pintor apoyó a los revolucionarios, su situación en Francia se volvió comprometida y decidió marchar hacia Inglaterra, completamente arruinado.
Sus cuadros son de una elegancia exquisita. Todo en ellos parece vaporoso y frágil, lo que les confiere un aire melancólico y reposado al mismo tiempo, tanto si la escena transcurre en un elegante salón, en una sala de conciertos o en cualquier actividad cotidiana sin mayor transcendencia.
Su estilo podría definirse como mundano a medias, con un deje obvio de frivolidad que marcaba la diferencia, pero con esa pasión suya por remarcar la gracia en los atributos femeninos y ensalzarlos mediante coloraciones pastel, ambientaciones luminosas y majestuosas vestiduras que casi parecían dejar en segundo plano lo cotidiano de los escenarios.
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