jueves, 8 de agosto de 2019

"Una garza en el Támesis" obra de James Tissot

"Una garza en el Támesis" obra de James Tissot, (1863 - 1902), fue realizada entre los años 1871 a 1872 y con unas dimensiones de 92.71 x 60.33 cm. Actualmente se encuentra en Minnepolia Institute of Arts _ Estados Unidos.


Tissot nacido en Nantes _ Francia, proviene de familia de origen italiano. Su padre era un empresario del mundo de los tejidos; su madre, ayudante de su marido en el negocio y diseñadora de sombreros. El vínculo de su familia con el mundo de la moda justifica la pasión y el detalle que el artista brinda a la vestimenta, llegando hasta el mínimo detalle de cada traje, textura de tejido o complementos.


La pintura de Tissot trasmite algo más que el atuendo. Se trata de la atmósfera, a la manera de un fotograma de cine, con todo lo que rodea a la persona o personas retratadas: entorno, mobiliario, postura, gestualidad…ya sea en una locación interior (salones de baile, salas de residencias) o exteriores (jardines, parques, calles transitadas, el observador de su obra se ve sumergido en una narración visual casi cinematográfica en la cual solamente faltaría el movimiento y el audio.


Formado en la escuela del neoclasicismo, en la Escuela de Bellas Artes de París, Tissot, después de incursionar en diversas temáticas -entre ellas lo medieval y estética asiática- se establece en Londres en 1871 donde comienza como caricaturista para Thomas Gibson Bowles, (dueño de la revista “Vanity Fair”), y comienza a introducirse en la vida de la alta sociedad londinense. Este es el inicio de la etapa de su pintura enfocada a retratos del elegante mundo destacándose por sus habilidades para brindar la atmósfera elegante, de buen gusto que, según algunos, con más espíritu francés que británico.


Por tanto, la obra de Tissot a que nos referimos, coincide con la moda del polisón, desde su primera aparición en el 1870 hasta el paréntesis de su desaparición entre los años 1875 y 1883, en el que dos damas se encuentran en el exterior o interior de un barco observando el entorno.


Su éxito fue bastante rápido y, desde 1859 hasta 1870, participó con asiduidad en el Salón en París y expuso en varias ocasiones en Londres, lo que le convirtió en un pintor conocido, apreciado y rico. Durante estos años define como será su estilo definitivo: luminosidad intensa, colores vivos, composición elegante y equilibrada, refinamiento en los detalles, y una atmósfera que se complace en envolver en un esteticismo muy marcado.


Sin embargo, tras la proclamación de la II República Francesa, y los sucesos de La Comuna de París, en los que parece que el pintor apoyó a los revolucionarios, su situación en Francia se volvió comprometida y decidió marchar hacia Inglaterra, completamente arruinado.


Sus cuadros son de una elegancia exquisita. Todo en ellos parece vaporoso y frágil, lo que les confiere un aire melancólico y reposado al mismo tiempo, tanto si la escena transcurre en un elegante salón, en una sala de conciertos o en cualquier actividad cotidiana sin mayor transcendencia.





Su estilo podría definirse como mundano a medias, con un deje obvio de frivolidad que marcaba la diferencia, pero con esa pasión suya por remarcar la gracia en los atributos femeninos y ensalzarlos mediante coloraciones pastel, ambientaciones luminosas y majestuosas vestiduras que casi parecían dejar en segundo plano lo cotidiano de los escenarios.




Bibliografía : https://caocultura.com
                     https://vestuarioescenico.wordpress.com

miércoles, 7 de agosto de 2019

Sir Henry Raeburn

Sir Henry Raeburn (1756-1823) pintor escocés, cuyas obras se caracterizan por fondos oscuros y ausencia de dibujo preliminar. Nació en Stockbridge, cerca de Edimburgo _ Escocia. Fue aprendiz de orfebre y autodidacta, progresando desde la miniatura hasta los grandes formatos.


Gracias a contar con una posición económica privilegiada, pudo dedicarse por completo a la pintura. Después de dos años en Italia, volvió a Edimburgo en 1787 y pronto se le reconoció como retratista de las clases acomodadas escocesas. La obra de Raeburn muestra la influencia de su contemporáneo, el retratista inglés Joshua Reynolds, con quien coincidió; Raeburn ha sido llamado el Reynolds escocés. En 1815 ingresó en la Royal Academy.



Henry Raeburn nunca abandonó su Escocia natal, tuvo poco acceso al público general y no tuvo la oportunidad de relacionarse con sus pares londinenses. Sin embargo, por la misma razón, el artista conservó su individualidad, y logró convertirse en uno de los pintores más importantes de su país.


De finales del Neoclasicismo y comienzos del Romanticismo, practicó un particular estilo personal, en la época de los grandes artistas de la "manera inglesa", como Reynolds, Lawrence o Gainsboroguh. Dedicado al retrato, como era la moda imperante, trabajaba directamente sobre el lienzo sin prepararlo con bocetos previos, lo cual dota a sus imágenes de una fuerza y una espontaneidad poco usuales en la pintura inglesa. Su habilidad hizo que el rey Jorge IV le concediera el título de Sir y pintor de cámara un año antes de morir.


Su estilo evolucionó, al margen de las modas externas, desde los primeros retratos con fondos paisajistas y una amplia gama de intenso colorido, hasta profundizar en la capacidad expresiva del claroscuro y en los rasgos definitorios de un rostro.


A partir de 1810 envió regularmente obras a las exposiciones de la Royal Academy de Londres, fue elegido académico en 1815 y, poco después, presidente de la Sociedad de Pintores Escoceses, por el exquisito tratamiento de la luz y el color, así como de la sencillez de sus composiciones que presentan de forma directa a los retratados.


Su pintura más conocida y, a la vez, la más controvertida es El reverendo Robert Walker patinando en el Lago Duddingston, también llamada El ministro patinador(Todavía se duda de la autoría de la pintura, ya que la mayoría de las obras de Raeburn retratan individuos posando estáticos, nunca en movimiento).


La historia cuenta que el reverendo creció en Holanda, donde aprendió a patinar sobre hielo. Al volver a Escocia, participó en la fundación del primer club de patinaje artístico del mundo: la Sociedad de Patinadores de Edimburgo. Sus integrantes, generalmente, se reunían en lagos congelados en las afueras de la ciudad, como es el caso del Lago Duddingston. En la pintura, vemos al reverendo deslizándose por el hielo con gracia y sin ningún tipo de esfuerzo. Los principiantes en patinaje, probablemente equilibrarían su posición con los brazos extendidos, pero este no es el caso del ministro, un eximio patinador.







Bibliografía : https://deplatayexacto.com
                     https://www.museodelprado.es




lunes, 5 de agosto de 2019

El Castillo de Miramar, Trieste _ Italia

El Castillo de Miramar, se encuentra situado en la costa adyacente a Trieste _ Italia, fue construido en el siglo XIX por voluntad del archiduque Maximiliano de Habsburgo con su esposa, la princesa Carlota de Bélgica.


El castillo, fue diseñado por el arquitecto vienés Carl Junker entre 1856 y 1860. En el enorme parque que rodea al castillo se encuentra el "Castelleto", un palacete que fue la casa de los cónyuges durante la construcción del Castillo de Miramar, éste posteriormente se convirtió en lugar de encierro temporal de Carlota, cuando empeoró el daño a su razón tras el fusilamiento de su marido en México (19 de junio de 1867) y se dieron las manifestaciones clínicas de locura.



Así cobró vida este edificio magnífico y blanco es un verdadero castillo que está dividido en varias salas para maravillarse ante su decoración y mobiliario originales. 
Su estilo decorativo es una combinación del estilo austriaco, alemán e inglés. Vemos cierta tendencia ecléctica bastante común en la época en la que se construyó, un criterio que también ponía el acento en la naturaleza. 


Por eso es que los jardines de 22 hectáreas rodean el castillo y son visibles desde todas las ventanas. No son jardines barrocos sino más bien jardines de estilo inglés con plantas y flores de origen mundial.



El arquitecto Karl Junker inició la construcción en 1856. Un año después llegaron el matrimonio a Trieste, pero no pudieron habitar el castillo ya que no estaba aún concluido. Pronto Maximiliano debió viajar a Milán, pues fue designado por su hermano gobernador de la Región Lombardía-Veneto (más tarde se diría que Maximiliano aceptó la corona de México porque estaba celoso de su hermano, el emperador, y quería emularlo).


La pareja regresó de Milán a Trieste en 1859, y residió en el llamado Castelletto, edificio más pequeño adosado al principal. Desde allí hicieron varios viajes a Viena y a otras ciudades europeas, y también a Brasil, hasta que Maximiliano aceptó la iniciativa propuesta por la casa de Habsburgo con la complicidad de Napoleón III, para ceñir la corona de México, aventura de tan trágico fin.





El episodio conmovió a toda Europa. En aquella época no había televisión, pero estaban los poetas, y Giosué Carducci escribió un extenso poema titulado, precisamente, Miramare 
Pese a no haber podido residir sus últimos años en el castillo de Miramare, el recuerdo de la romántica pareja está presente en todos los rincones de la suntuosa mansión, y representa hoy el principal polo de atracción turística de la costa triestina.





Pese a no haber podido residir sus últimos años en el castillo de Miramare, el recuerdo de la romántica pareja está presente en todos los rincones de la suntuosa mansión


Hoy el Castillo de Miramar es un museo que relata la historia del edificio y donde podemos imaginar cómo vivía la pareja real ya que se ha conservado, todo: adornos, muebles, tapices, el piano, pinturas y el mismo Salón del Trono que ha sido restaurado a su anterior esplendor.









Bibliografía : https://www.lanacion.com.ar

jueves, 1 de agosto de 2019

"En el estudio" obra de Alfred Stevens

"En el estudio" obra de Alfred Stevens del año 1888 y 106.7 x 135.9 cm. Actualmente se encuentra en Metropolitan Museum of Art de Nueva York _ Estados Unidos.


Pintor belga (1823- 1906) donde fue formado por François-Joseph Navez, discípulo a su vez de Jacques-Louis David. Estuvo activo sobre todo en París, donde se estableció en 1844. Sus primeras pinturas reflejaban la vida miserable de las clases bajas de París. En sus primeros trabajos se evidenciaban las influencias de Gustave Courbet, desde finales de la década de 1850.


Cuando el aprendiz de pintor Alfred Stevens (1823-1906) comprendiera que París era el mejor lugar para consolidar su arte, se marcharía de su natal Bruselas en el año 1843 para no volver jamás. Por aquel entonces el Romanticismo iría poco a poco marginándose frente a su antecedente estético.


En sus obras nos vemos absorbidos por la belleza de sus mujeres, por la maravilla de sus vestidos y delicados tocados. Pero también por la delicadeza de sus expresiones, a veces sutiles pero que logran transmitir tanto, diáfanas, soñadoras y a veces taciturnas. 


Estas escenas de la vida cotidiana se entremezclan a veces con elementos exóticos, vestidos que nos recuerdan a kimonos japoneses, sombrillas de aspecto chinesco o detalles orientales. Sus pinturas son verdaderamente hermosas y evocadoras de una mujer bella, turbadora y misteriosa al mismo tiempo.


La pintura de toda la primera época parisina refleja la dicha de vivir de un hombre a quien la vida le sonríe; es la pintura de un hombre de éxito, enamorado de todas las mujeres. Mira a su entorno como curioso, emocionado pero sin apasionamientos, y expresa con cuidado minucioso los aspectos superficiales de la vida elegante en la que se encuentra imbuido. 


Las mujeres son representadas como muñecas mundanas, adorables maniquíes, con bonitos vestidos de bellos colores, pero sin alma. El pintor sólo copiaba lo exterior, pero tenía la maestría de inventarse hábiles títulos que llamaban la atención de los aficionados burgueses.



La pasión por todo lo que venía del Extremo Oriente le hizo escoger agradables accesorios para sus pinturas y le proporcionó el medio para enriquecer y variar su paleta. Stevens innovó algunas de estas modas, inicialmente se limitó a copiar, pero después inventó su propia decoración en los paños. De hecho, los trajes acabaron por no ser más que un pretexto para pintar.


En estas obras el artista aparece muy lejos, tanto en la concepción como en la forma, de sus primeros cuadros. Después pasó a pintar marinas, paisajes y algunos retratos, que distan mucho de las mujeres de los cuadros de sus inicios. 


En la actualidad muchas obras han perdido colorido debido a la sutilidad y fragilidad de los colores que empleaba. Dedicado plenamente a su trabajo, no se preocupó por crear continuadores ni discípulos, a excepción de algunas damas que acudían a los cursos que instituyó para ellas en su propio taller, donde cuatro o cinco veces por semana el maestro daba una vuelta por los caballetes y aconsejaba a las alumnas.






Bibliografía : http://madamemacabre.blogspot.com
                     https://www.ecured.cu