El Capricho, es un edificio modernista situado en la comunidad de Cantabria_ España. El proyecto lo realizó en el año 1883 el famoso arquitecto catalán Antonio Gaudí y se construyó entre los años 1883 y 1885 bajo la dirección de su ayudante Cristòfor Cascante i Colom. Fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1969. Entre los años 1985 y 1992 se convirtió en restaurante, lo compró un grupo japonés y en 2009 el restaurante cerró sus puertas.
Esta obra pertenece a la etapa orientalista de Gaudí (1883-1888), periodo en que el arquitecto realizó una serie de obras de marcado gusto oriental, inspiradas en el arte del Próximo y Lejano Oriente (India, Persia, Japón), así como en el arte islámico hispánico, principalmente el mudéjar y nazarí. Gaudí empleó con gran profusión la decoración en azulejo cerámico así como los arcos mitrales, cartelas de ladrillo visto y remates en forma de templete o cúpula.
Cristobal Cascante, amigo y compañero de Gaudí, fue el encargado de dirigir la obra del Capricho, Gaudí no pudo encargarse porque en este periodo de tiempo estaba en Barcelona levantando la Casa Vicens. Ambos edificios fueron muy importantes en la carrera de Gaudí pues fueron los primeros que construyó el arquitecto catalán.
Cascante disponía de una maqueta y de planos muy detallados de Gaudí, estaban en constante contacto. Es difícil creer que Gaudí nunca estuviera en Comillas viendo la minuciosidad de los detalles y la perfección de los acabados.
El edificio consta de sótano, planta y desván, la planta es alargada con 15 metros de ancho x 36 metros de largo. Es de estilo orientalista reflejado en una torre cilíndrica en forma de alminar persa revestida de cerámica. Hay un delicioso templete sostenido por cuatro columnas de fundición que sostienen una cúpula geometrizada (cubismo con un cuarto de siglo de antelación).En el interior, destacan los ventanales del salón principal con ventanas de guillotina y un fumadero cubierto por falsas bóvedas construidas en estuco de estilo árabe.
El acceso del edificio esta compuesto por cuatro columnas y arcos adintelados, con capiteles con una decoración similar a las casa Vicens, pájaros y hojas de palmito. Uno de los detalles que más te van a sorprender cuando visites esta casa, es que fue diseñada para que cada estancia de la vivienda fuera “iluminada” por el astro rey, a la hora exacta en que fuera necesario. La “tecnología” usada no es otra que la del aprovechamiento de la trayectoria solar desde el amanecer hasta el ocaso.
Esa es la razón por la que el girasol forma parte de la colorida decoración de El Capricho, en clara alusión a esta particularidad solar. Además, Máximo Díaz de Quijano era amante de las plantas y de la música, elementos muy presentes en las diferentes estancias de esta casa.
El recubrimiento del exterior del edificio es de ladrillo visto, intercalando piezas de tonalidad amarilla y rojiza con cenefas de cerámica vidriada en relieve que imitan hojas de un verde intenso y delicadas flores de girasol. Estas piezas hechas a mano recorren simétricamente en líneas horizontales todo el perímetro de la casa y enmarcan el contorno de las ventanas, las chimeneas y la cornisa del tejado.
La fachada norte está presidida por dos balcones con dosel convertidos en bancos de hierro forjado. Permitían estar sentado cómodamente en el jardín sin salir de casa. Están orientados hacia el interior del salón principal, donde se encuentra la sala de música, como si fueran los asientos de un palco real reservado para el disfrute de las artes. Entre los dos balcones Gaudí diseñó un gran ventanal con un complicado sistema de contrapesos que permitía que al levantar las ventanas de guillotina, se emitiera un musical tintineo, gracias a unos tubos metálicos que cimbrean en su interior. En la pared que separa la sala del invernadero se abrió un juego de cuatro ventanas que permite el paso de luz en todas las direcciones.
Situado a poniente, el “salón de fumar” o el Salón de Juego permitía que la luz del atardecer inundara la estancia cuando se ocupaba por la tarde. Una pequeña chimenea de carbón preside una de las esquinas del comedor adosado al salón de fumar gracias a una gran abertura. La estancia recibe el sol del mediodía gracias a las ventanas situadas en el lado sur. El techo luce un bonito y elaborado artesonado con flores de yeso que imitan a la madera, mientras una cenefa de cerámica con motivos vegetales y animales recorre el zócalo de madera de la pared.
El que fuera uno de los primeros arquitectos-marca de la Historia no fue un gran viajero. De hecho, las pocas veces que salió de su Cataluña fue para proyectar 3 edificios en Astorga, León y Comillas. Pues en estos dos últimos lugares decidieron petrificar la visita del genio modernista inmortalizándole frente a su obra.
En ambas está sentado, meditabundo, aunque frente a la casa Botines pasa más inadvertido, sentado como un turista más. Por su parte, en el Capricho aún se puede detectar la cara de orgullo y satisfacción que el arquitecto puso (más bien debió poner) al ver finalizada su obra.
Gaudí suele ser considerado el gran maestro del modernismo catalán, pero su obra va más allá de cualquier estilo o intento de clasificación. Es una obra personal e imaginativa que encuentra su principal inspiración en la naturaleza. Gaudí estudió con profundidad las formas orgánicas y anárquicamente geométricas de la naturaleza, buscando un lenguaje para poder plasmar esas formas en la arquitectura.
Estudio de Gaudi en la Sagrada Familia |
Decía el gran maestro: los paraboloides, hiperboloides y helicoides, variando constantemente la incidencia de la luz, tienen una riqueza propia de matices, que hacen innecesaria la ornamentación y hasta el modelaje". ¿Quë quería decir con estas palabras? que reflejan exactamente las formas que Gaudí encuentra en la naturaleza. Las superficies regladas son formas generadas por una recta, denominada generatriz, al desplazarse sobre una línea o varias, denominadas directrices. Gaudí las halló en abundancia en la naturaleza, como por ejemplo en juncos, cañas o huesos; decía que no existe mejor estructura que un tronco de árbol o un esqueleto humano. Estas formas son a la vez funcionales y estéticas, y Gaudí las emplea con gran sabiduría, sabiendo adaptar el lenguaje de la naturaleza a las formas estructurales de la arquitectura.