"Mujeres en la ventana", obra de Bartolomé Esteban Murillo entre 1665 y 1675, con unas dimensiones de 125 × 104 cm. En la Galería Nacional de Arte, de Washington D.C._ Estados Unidos.
Se trata de una de las pinturas de Murillo más enigmáticas.Muestra a dos mujeres en una ventana que observan a alguien o algo que llama su atención. La más joven un deslumbrante retrato naturalista se apoya en el alféizar y esboza una sonrisa mientras que la otra sonríe abiertamente tapándose el rostro con la toca, una escena callejera que el pintor presenciaría más de una vez en las calles de Sevilla. El significado de la sonrisa puede esconder la clave de la interpretación, sobre todo si se relaciona con cuadros de temática similar de las escuelas flamencas holandesa e italiana.
Mujeres en la Ventana de Murillo en National Gallery de Washington |
La temática representada es un derroche de maestría. Sobre un fondo completamente negro, resplandecen las dos chicas. Sobre todo la más joven apoyada en la ventana, sobre la que incide toda la luz del exterior, iluminado su piel y su ropa. Esa gran mancha de luz que supone su cuerpo atrae irremediablemente la mirada del espectador, como haría en la escena real, y sobre todo nos atrae hasta sus ojos oscuros y su sonrisa picarona, sensual y provocadora. Mientras que la otra mujer, más mayor, se tapa la boca, riéndose, como sabiendo que ya hemos caído en el hechizo de su compañera.
El tema de las mujeres en una ventana o un balcón en la pintura proviene desde el renacimiento. A partir de la obra Mujeres en la ventana de Murillo veremos como influye el tema y la composición en pintores de otras épocas posteriores, principalmente en las obras de Goya y Manet. Igualmente existieron otros pintores que copiaron la misma composición y todas ellas representan un interés para ver la evolución de un mismo tema en varias épocas de la historia del arte.
La ventana supone un elemento interior, indiscreto, íntimo por el cual se produce una conexión entre lo externo y lo interno. Es una manera de acceder a una parte privada de la vida y también en la pintura ha sido una manera de conectar a los personajes representados con el espectador.
Maja y Celestina en el balcón, obra de Goya. Colección particular |
Si bien es estos temas aparecen de una manera segundaría o anecdótica, en las obras mujeres en la ventana están conectadas entre sí, ofrecen una visión distinta por el que la ventana o el balcón es el marco de la composición que sirve de excusa para presentar a una parte de la sociedad femenina.
Si Murillo ofrece un antecedente en las obras de caballete en cuya composición aparecen dos mujeres asomadas en la ventana, doscientos años después será Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) quien repetirá la misma temática y prácticamente con la misma composición. Goya pintó dos obras importantes que seguirán la misma línea que inició Murillo.
Majas en el balcón, Eugenio Lucas Velázquez. Museo del Prado |
Años después el mismo Lucas Velázquez pinta la obra Majas en el balcón (1862), en donde una mujer engalanada a la manera madrileña se asoma a un balcón tocando una guitarra mientras que otra joven le acompaña cantando algunas letras. Ambas mujeres miran directamente al espectador al mismo tiempo que en el fondo aparece una pareja en donde la joven mira la escena que se está produciendo en primer plano mientras que el joven varón interrumpe su conversación con la mujer para observarnos a nosotros. Esta composición de Lucas Velázquez es la que más se acerca a la obra de Goya y hay una clara influencia que le sirve de pase para sus escenas costumbristas.
El balcón, obra de Manet en el Museo de Orsay en París |
Aunque las tres obras de Murillo, Goya y Manet resultan entre sí un eje de influencia cronológica y una demostración de cómo los pintores más modernos admiran las composiciones de sus precedentes, no son sólo los únicos ejemplos que se dan y también existen otros pintores que, tomando como referencia las obras comentadas, les sirve de modelo para crear composiciones similares.
René Magritte. Museo de Bellas Artes de Gante (Bruselas) |
ya en el siglo XX y a la pintura surrealista, nos encontramos con el pintor René Magritte, en su obra Perspectiva II (1950), una obra en la que toma como base el mismo cuadro de Manet, copiando de forma fiel el escenario de la composición pero con un añadido importante que es sustituir a los protagonistas de la escena por ataúdes de madera, dotándoles de una estructura antropomorfa tal y como están ubicados los protagonistas.
Es curioso ver cómo en la historia del arte, un mismo tema o composición suscita tanto interés entre los pintores hasta el punto de repetir la misma composición en diversas épocas. Sería muy interesante que estas obras pudieran estar reunidas en un mismo espacio de exposición para poder disfrutar de la evolución de las mismas y la comparación entre unas y otras así como admirar la influencia e interpretación de las mismas. Hasta que llegue ese momento, las podremos ver virtualmente.
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