jueves, 31 de marzo de 2016

Los autorretratos de Gustave Courbet

"El hombre desesperado", obra de Gustave Courbet, realizado entre 1843 y 1845, con unas dimensiones de 45 x 54cm, en la Colección privada.

Este cuadro es un autorretrato del pintor francés Gustave Courbet. Un retrato del artista en su juventud en el que mira directamente al espectador con una expresión de ansiedad e impaciencia que casi se contagia a quien lo contempla.


En el autorretrato como hombre desesperado lo que más destaca de la imagen son los ojos que, desorbitados, miran fijamente al espectador y que junto a una de sus manos agarrándose con fuerza el pelo nos muestran la desesperación del personaje que parece querer empezar a gritar pero que todavía no lo ha hecho.

Durante toda su carrera artística Courbet demostró gran habilidad haciendo retratos y autorretratos especialmente en la primera etapa de su obra. Pintó a sus parientes y amigos cercanos en numerosas ocasiones, así como autorretratos en diferentes posturas y actitudes. 

Self Portrait, 1847 Museé d`Orsay, Paris 

Sin embargo, con veinte años llega a París para matricularse en la Facultad de Derecho, pero muy pronto el joven se desvía de esta dirección y prefiere acudir a los talleres de Steuben y de Suisse. Copia a los maestros del Louvre tales como Rembrandt, Hals, Rubens, Caravaggio o Ticiano y en la "galería española" de Luis Felipe, descubre a Velázquez y a Zurbarán.

Pa Kanten, by Courbet, 1844, The National of Art A&D Norway 

La nariz dilatada y el codo de la mano que tiene levantada apuntando hacia el espectador dan sensación de proximidad del artista a la persona que tiene enfrentada -el espectador- lo que se refuerza con la iluminación de la obra que acentúa estos apéndices y que parecen “agredir” a quién se coloque enfrente, al tiempo que le sirve para dar mayor profundidad psicológica a su rostro.

Self Portrait with dog, 1842, Museé Pontarlier 

La concepción del autorretrato es en cierta medida romántica, aunque le viene de su admiración y conocimiento de Rembrandt. El artista en el centro del cuadro exaltando su ego y su genio creador. En este caso abusa en cierta medida de la teatralidad resultando en este caso una pose y expresión un tanto artificiales.

Self Portrait with dog, 1842, Museé Petit- Palais, Paris 

El pintor Gustave Courbet (1819-1877) fue el maestro del realismo. Para él, autorretratarse era como escribir una autobiografía. Se pintó muchas veces y en actitudes muy distintas. Con ellos quería mostrar al público su estado de ánimo en los diferentes momentos pero no se hizo el habitual autorretrato posando para ello, sino que se incluyó en sus obras con sus actitudes cotidianas.


El hombre herido, 1844-1854, Museo d´Orsay 

Courbet no sólo se creía el más apuesto y seductor de los humanos, poseedor de un bellísimo e irresistible perfil asirio, sino también un artista capaz, desde la desinhibida exaltación de la vulgaridad y pureza de sus orígenes campesinos, de iluminar nuevas formas de verdad y belleza para acabar con las tendencias obsoletas de París. Su técnica libre y audaz incluye el gusto por los empastes de pintura, a menudo aplicados con el cuchillo o la paleta sobre la tela, que logran sorprendentes efectos de profundidad.




Bibliografía : El libro "El Arte y Sus Creadores" Coubert, volumen 34


lunes, 28 de marzo de 2016

El palacio de Mondragón

El palacio de Mondragón, también conocido como palacio del Marqués de Villasierra, es un edificio mudéjar-renacentista situado en el casco antiguo de la ciudad de Ronda _ España.

El 24 de mayo de 1485, Ronda es conquistada por los Reyes Católicos quienes fijan su residencia en el palacio durante su estancia en la ciudad tras lo cual pasa a manos del capitán Melchor de Mondragón, cuyo escudo aparece en la portada y que dará nombre al palacio. Posteriormente pasará a manos de Francisco Valenzuela, Marqués de Villasierra.


La portada es quizás la más importante de Ronda, a base de doble orden de columnas pareadas sobre un pedestal dórico, el bajo, y jónico apilastrado, el alto. Se corona la organización con un frontón curvo. Sobre la clave del dintel de la puerta se adosa un magnífico escudo nobiliario de los Mondragón y con la corona desarrollada sobre la cornisa.


El patio de entrada, conocido también como patio del pozo, es del siglo XVIII, presentando una galería en dos de sus testeros, con arcos de medio punto, arquitrabe, friso decorado con triglifos, metopas y cornisa, todo magníficamente labrado en ladrillo, sobre columnas de mármol con basa y capitel corintio renacentista de gran calidad. En el triángulo curvilíneo formado por los arcos y el arquitrabe se abren óculos circulares, constituyendo un elemento muy característico de la organización.


En este patio y en el ángulo que forman las galerías, arranca la escalera principal, cubierta con bóveda de media naranja sobre pechinas profusamente decoradas en escayola pintada, de gran sabor popular.

Contiguo a este patio existe otro, adintelado, organizado con basas, columnas y capiteles aprovechados de muy diversa procedencia pero de gran interés. Los dinteles se apoyan sobre zapatas de madera montadas sobre los capiteles. Tiene galería en tres de sus lados y sólo se conserva en planta baja.


El interior del Palacio se articula entorno a tres patios; uno renacentista, uno gótico tardío y un tercero mudéjar, que comunica con el anterior por un arco de herradura de gran elegancia.

En la parte habilitada como Museo de la Ciudad se podrá realizar un recorrido por la historia de Ronda y la Serranía, desde los primitivos pobladores pasando por los iberos, romanos, con especial detenimiento en la presencia árabe en la zona.


De gran belleza es el patio más cercano a la cornisa del Tajo por el que se accede al jardín. Es un patio mudéjar, muy original con triple arquería baja en tres de sus lados, constituida por arcos de medio punto primorosamente aparejados en ladrillo raspado sobre columnas de mármol con base, capitel y ábaco.


También cabría notar en el interior, las armaduras de sus techos, especialmente el situado en el salón principal, que presenta decoración de estrellas de ocho puntas y con rosetones pintadosen la parte exterior, la portada es de estilo barroco (s.XVII o principios del s.XVIII).

El Palacio de Mondragón es el edificio civil más representativo de Ronda y en él está ubicado el Museo de Historia de la Ciudad. Está situado en el centro histórico de la ciudad. En la parte habilitada como Museo de la Ciudad se podrá realizar un recorrido por la historia de Ronda y la Serranía, desde los primitivos pobladores pasando por los iberos, romanos y con especial detenimiento en la presencia árabe en la zona. 





Bibliografía : Caro Romero, Joaquín. Ronda. Everest
                     Plan General de Ordenación y Plan Especial del Casco Histórico: avance.                            Revista Geometría, 1990


jueves, 17 de marzo de 2016

"Tres muchachos", obra de Bartolomé Esteban Murillo





Tres muchachos, obra de Bartolomé Esteban Murillo, hacia 1670, con unas dimensiones de 1.098 x 1.683 cm, se encuentra en Dulwich Picture Gallery, dentro del condado del Gran Londres _ Inglaterra.

Esta obra pertenece a "Los géneros profanos" de Murillo. Existen alrededor de 25 cuadros de este género, con motivos principalmente, aunque no exclusivamente, infantiles. Las primeras noticias que se tienen de casi todos ellos proceden de fuera de España, lo que induce a pensar que fueron pintados por encargo de algunos de los comerciantes flamencos asentados en Sevilla, clientes también de pinturas religiosas como pudiera ser Nicolás de Omazur, importante coleccionista de las obras del pintor, y con destino al mercado nórdico, como contrapunto laico quizá de las escenas dedicadas a la infancia de Jesús.


Las caprichosas oscilaciones del gusto han golpeado a muchos pintores del inmediato pasado. Murillo ha sido uno de los que más. Fue profundamente valorado en los siglos XVIII y XIX, cuando sus cuadros eran arrebatados de los mercados de arte europeos a precios astronómicos.


Mi intención es exclusivamente rescatar un aspecto del gran pintor sevillano casi desconocido por el gran público, el de su consagración a asuntos habituales en la pintura española del Siglo de Oro, los de la pintura de género. Resulta paradójico que un país, España, que retrató, como ningún otro en Europa, escenas de la vida diaria en la literatura, particularmente en la novela picaresca y en el teatro, fuera incapaz de hacer lo mismo en la pintura. Bartolomé Esteban Murillo, como su paisano Diego Velázquez y otros pocos más, fueron la excepción.


Pero por desgracia para España los asuntos de vida cotidiana que pintó Murillo salieron pronto de Sevilla y no figuran en nuestros museos. Encargados generalmente por mercaderes flamencos, holandeses y genoveses de la nutrida colonia extranjera que poblaba en el XVII la ciudad del Betis, los enviaron ya en vida del pintor a sus países de origen o los llevaron consigo de retorno a su patria. Otros de dichos cuadros fueron adquiridos por marchantes ingleses y franceses que los estimaban bastante más que la obtusa y esclerotizada clientela española, anclada en los tradicionales cuadros religiosos.


La infancia de Murillo está compuesta por pilluelos sevillanos de la calle, mal trajeados y sucios, pero sanos, inocentes, satisfechos con su suerte como lo demuestra su abierta sonrisa, que interrumpen sus juegos para que el espectador les dirija una mirada de simpatía.
El pintor sevillano introduce una atmósfera vaporosa creada por las luces cálidas y la armonía cromática de pardos, blancos, grises y ocres, obteniendo un resultado de gran calidad y belleza protagonizado por las actitudes desenfadas y vitales de los muchachos.








Bibliografía : www.elcultural.com/revista/arte

lunes, 14 de marzo de 2016

El palacio de los Condes de Miranda


El palacio de los Condes de Miranda, también conocido como de Zúñiga o Avellaneda es un edificio renacentista del primer tercio del siglo XVI, situado en Peñaranda de Duero, provincia de Burgos, Castilla y León _ España.


Se encuentra en la Plaza Mayor de los Condes de Miranda, verdadero centro neurálgico y monumental de Peñaranda de Duero.

Mandado edificar por el Tercer Conde de Miranda, D. Francisco de Zúñiga y Avellaneda a Francisco de Colonia. Constituye un magnífico conjunto de fachada, patio central, escalinata, salones con ricos artesonados y yeserías. Es sin duda una de las joyas del plateresco español.


La portada que aparece descentrada en la fachada, es adintelada, tiene jambas de jaspe (la jamba es cada una de las dos piezas de un vano que dispuestas verticalmente, a ambos lados del mismo, sostienen un dintel, un arco o las arquivoltas situadas sobre ellas) y está adornada con grutescos.

Por encima de ella hay un arco de medio punto flanqueado por dos figuras en cuyo tímpano se hallan los escudos de los Zúniga y Avellaneda. Sobre este arco, una moldura soporta otro de menor tamaño con un busto clásico en su interior representando a Hércules.


Al patio se accede tras atravesar el zaguán, cuyas puertas desenfiladas a la plaza y al interior marcan un recorrido diagonal en dirección a la escalera, permitiendo su visión desde el exterior. El hueco que da al patio cuenta con una rica decoración en las jambas y el dintel, así como con dos columnas de jaspe que sostiene un arco carpanel con forma de guirnalda.


El patio está formado por dos pisos de diferente diseño debido probablemente, a distintos arquitectos. Así, el inferior presenta pilares aupados sobre altos podios, decorados con pilastras pseudocorintias que sostienen arcos de medio punto, y el superior de menor altura, columnas y arcos carpaneles con medallones en las enjutas. Mientras que el primero refleja influencias tardogóticas el superior es de estilo renacentista.


Alrededor del patio se disponen las estancias más importantes del edificio, si bien es cierto que no puede visitarse en su totalidad. Accedemos a continuación al llamado Salón de Embajadores, sin duda, lo más bello del palacio a juzgar por la exclamación general. Se trata de un enorme salón de estilo plateresco decorado con un fabuloso techo de mocárabes.


El resto de salas repiten el tipo de decoración tanto en lo que se refiere a las yeserías como a los artesonados. Estos constituyen uno de los mejores conjuntos de los conservados de esta época en España.

El palacio tuvo jardines y huertos que estuvieron decorados con fuentes y esculturas que se conservaron en la casa hasta el años 1930.





Desde minuto 6:00


Biblografía: El palacio de los Condes de Miranda en Peñaranda de Duero,
                   Eduardo Carazo, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes
                   de San Fernando.

jueves, 10 de marzo de 2016

Autorretrato de Alberto Durero

Autorretrato de Alberto Durero de 1498, con unas dimensiones de 52 cm x 41 cm, Museo del Prado en Madrid _ España

Pintor y grabador alemán. Hijo de un orfebre procedente de Hungría que había emigrado a la ciudad imperial de Núremberg en 1455, donde se estableció y casó en 1467. Este origen familiar, así como el ambiente cultural y artístico de Núremberg, explican lo precoz de la vocación artística de Durero.


Durero se retrata como un gentiluomo, vestido con tonos claros y con sus mejores galas. Lleva jubón abierto blanco y negro y gorra con borla de listas en los mismos colores, camisa con una cenefa bordada en oro, y cordón de seda con cabos azules y blancos sujetando una capa parda colocada sobre el hombro derecho. El pintor cubre las manos con las que trabaja con guantes grises de cabritilla, propios de un alto estatus social, con la intención de elevarse de artesano a artista y situar la pintura entre las artes liberales, como en Italia. Aparece en el interior de una estancia comunicada con el exterior por la ventana abierta en la pared del fondo.

Autorretrato de Durero, de 1500 en Pinacoteca Antiguo de Múnich

Durero incorpora la monumentalidad italiana en las verticales y horizontales con que ordena el marco de la ventana, presentes también en la pose que repite la forma en L de aquél en el busto, apoyado firmemente en el brazo que descansa en el antepecho. Y tampoco olvida algo que es propio de sus retratos, realizados con una precisión minuciosa: el dominio psicológico, patente en el contraste entre el carácter sensual de sus facciones y su mirada fría y penetrante. La satisfacción de su propia capacidad artística se comprueba en la inscripción del alfeizar de la ventana, escrita en alemán: 1498, lo pinté según mi figura. Tenía yo veintiséis años Albrecht Dürer.

Autorretrato de Durrero de 1493 en Museo de Louvre, París

En 1636 el Ayuntamiento de Nüremberg regaló esta tabla y un retrato del padre de Durero a Carlos I de Inglaterra, en cuya almoneda la compró David Murray, quien la vendió al embajador español Alonso de Cárdenas para don Luis de Haro, que en 1654 se la regaló a Felipe IV. Figura en el inventario del Alcázar de Madrid en 1686. Ingresó en el Real Museo en 1827.

Autorretrato de Durero con 13 años en 1484 en Albertina _Viena 

Durero se retrató en numerosas obras, tanto óleos como dibujos, el primero de ellos cuando apenas contaba con 13 años. Después vendrían obras maestras como el autorretrato del Louvre, en el que Durero se nos presenta como un artista joven, desafiante y orgulloso, imagen acentuada en el famoso autorretrato del Museo del Prado (1498), en el que se combinan el retrato y el paisaje visto a través de una ventana.

Boceto de Durero de 1491 en el Museo de Louvre 

El “Autorretrato como Ecce Homo” de Munich es la culminación de la maestría de Durero como retratista. En principio, el hecho de representarse a si mismo como Jesucristo podría interpretarse como un paso más en la tendencia de Durero a autorrepresentarse de manera orgullosa. Pero la imagen escogida por el artista es la del Ecce Homo, el hombre como interpretación del dolor y el sufrimiento. Es, en definitiva, la humanidad como símbolo y esencia del artista.










Biblografía: Enciclopedia online, Museo del Prado.

                   De la medida (Fuentes de arte)




lunes, 7 de marzo de 2016

Granada renacentista y su Monasterio de San Jerónimo

El monasterio de San Jerónimo de Granada es un conjunto arquitectónico del Renacimiento formada por iglesia y monasterio situada en la ciudad española de Granada _ España 

por la calle Misericordia desembocaremos en la calle Gran Capitán y ak frente nuestra esta el majestuoso Monasterio de San Jerónimo, de bello ábside. El conjunto del Monasterio se levanta durante el siglo XVI y consta de Iglesia y dos claustros, alrededor de los cuales se distribuyen las diversas dependencias.


Para la realización de esta magna obra se aunaron los esfuerzos de un grupo de grandes artistas, entre los que destacan principalmente Jacobo Florentino, Diego de Siloé, Pedro de Orea, Martín de Navarrete o Lázaro de Velasco, siendo las pinturas murales obra del siglo XVIII.

Este soberbio conjunto, como tantos otros, sufrió el paso y el expolio de las tropas francesas de Napoleón, que hicieron de él su cuartel de artillería, originando la desaparición de parte de su tesoro y el destrozo de su torre.


Y posteriormente, con la Desamortización de Mendizábal de 1835 volvió a ser utilizado como cuartel hasta 1967, año en que pasa de nuevo a la Orden de San Jerónimo, apareciendo actualmente restaurado y con uso ocasional para actividades culturales. En 1525 se establece el patronato y pronto se comienzan las obras por Jacobo Florentino, prestigioso arquitecto, escultor y pintor italiano que llega a Granada en 1520.


En la iglesia Jacobo Florentino aprovecha su estructura recreciendo los primitivos pilares con monumentales pilastras corintias estriadas en cuyos capiteles incluye figuras con dragones. Levanta en el crucero retablos de piedra con hornacinas aveneradas, capiteles con mascarones y abultadas molduraciones, y cambia los arcos de entrada a las capillas laterales con grandes arquivoltas.


No se sabe cierto si logra terminar el entablamento, pues fallece en 1526; y aunque su obra es escasa en la ciudad de Granada, hizo lo suficiente para iniciar una arquitectura renacentista pujante e imaginativa, que marcó decisivamente en el trabajo de los maestros posteriores.


A su muerte le sucede Diego de Siloé, arquitecto de gran prestigio y experiencia por sus trabajos anteriores en Castilla quien, sobre el entablamento resuelve con especial maestría el crucero creando sobre los cuatro pilares trompas que soportan hornacinas aveneradas con imágenes de los cuatro evangelistas, con lo que pasa ingeniosamente de la planta cuadrada a la octogonal, creando a su vez la base de donde arranca la fastuosa bóveda de crucería encasetonada que cubre este espacio.


De su rico patrimonio interior destaca el gran Retablo de su Capilla Mayor, realizado entre los años 1570 y 1605, y donde se reflejan las características propias del Renacimiento y el mejor Manierismo andaluz. Fue realizado según trazas de Juan Bautista Vázquez El Mozo modificado por Diego Pesquera en 1573; siendo añadido por un cuerpo más por Juan de Orea en 1605. A sus lados están las estatuas orantes de don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán – cuyos restos se conservan en la cripta - y de su esposa doña María de Manrique.

En el Coro, situado a los pies de la iglesia y en alto, sobresalen la sillería realizado por Siloé y el órgano de finales de lsiglo XVIII.








Bibliografía : Base de datos de Patrimonio Inmueble de Andalucía.
                    Ficha del Monasterio de San Jerónimo de Granada.
                    El Renacimiento en Andalucía. 
                    Jornadas Europeas de Patrimonio, año 2006







jueves, 3 de marzo de 2016

Alphonse Mucha y su hija Jaroslava

"Jaroslava Mucha", obra de Alphonse Mucha, de 1930, con unas dimensiones de 72 x 65 cm, se encuentra en Mucha Museum, Praga _ República Checa.


Alphonse Mucha fue uno de los representantes más destacados del periodo Art nouveau. Empezó trabajando con decorados teatrales en Viena. Los trabajos de Mucha frecuentemente introducían mujeres jóvenes, hermosas y saludables, flotando en atuendos vagamente neoclásicos, frecuentemente rodeadas de exuberantes flores que a veces formaban halos detrás de sus cabezas.


Mucha realizó muchas fotografías de su familia, su esposa Maruska y sus hijos Jiri y Jaroslava. De su hija Jaroslava hay varias, y la de 1935 es ya la fotografía de una mujer adulta de aspecto juvenil. A partir de esta imagen realizó un cuadro al óleo ovalado, que era un retrato de Jaroslava.


Para Alphonse Mucha su hija Jaroslava no es seductora ni sensual, sino inteligente y moderna, y para ello sólo quiere que le miramos los ojos, que resaltan con una mirada de persona que ya ha crecido y que llama a la puerta de la responsabilidad. Un turbante muy grande cubre su pelo y se derrama por el cuerpo, y está sentada, así que sólo vemos su cara, y de su cara los ojos que nos miran atentos, y nos dicen que nos fijemos en la delicadeza y ternura con que la pintaría su padre.


Sus pinturas se originaban en su propia inspiración. Declaró que pensaba que el arte existía para transmitir un mensaje espiritual y nada más; de allí su frustración por la fama, que logró a través de un arte básicamente comercial. Por ende siempre quiso concentrarse más en proyectos elevados que ennoblecieran el arte y su lugar de nacimiento.


Tanto es así que cuando Checoslovaquia obtuvo la independencia, tras la Primera Guerra Mundial, Mucha diseñó sellos postales, billetes de banco y otros documentos gubernamentales para la nueva nación. Pasó muchos años trabajando en lo que consideró su obra maestra, La Épica Eslava (Slovanská epopej), una serie de enormes pinturas que describen la historia de los pueblos eslavos, fueron donadas a la ciudad de Praga en 1928.









Bibliografía:  http://www.mucha.cz/
                     http://www.muchafoundation.org/