“Mujer con sombrilla. Madame Monet con su hijo”, Obra de Oscar Claude Monet de 1875, con unas dimensiones de 100 x 81 cm. En la National Gallery of Art, Washington _ Estados Unidos
Monet capta la escena desde una perspectiva muy baja, haciendo que la figura de Camille parezca monumental (como un contrapicado). Para poder pintar el cuadro, se supone que debió colocar el caballete en una depresión del terreno, ya que la hierba que vemos en primer término parece estar un poco en cuesta.
Pintó este retrato de su esposa Camille y su hijo Jean en Argenteuil. La pose de ambos es tan natural que casi parece una instantánea.
Utilizando este tipo de perspectiva, lo normal es que el cielo adquiera mucho protagonismo. Sin embargo, Monet consigue equilibrar todos los elementos haciendo que nuestra mirada se deslice suavemente de unos a otros, sin detenerse mucho rato en ninguno de ellos (para comprobarlo, echad un vistazo rápido a la obra, sin pensar mucho, y ya veréis cómo vuestros ojos van pasando sin querer por todos ellos: la figura de Camille, la sombrilla, el cielo, la hierba y el niño). ¿Cómo consigue hacer esto? Aplicando el color de forma muy inteligente. Los tonos más llamativos son los de la hierba, que permiten quitarle protagonismo al cielo (visualmente están equilibrados, a pesar de que se ve mucha más cantidad de cielo que de suelo).
Para que no nos quedemos atascados en el verde de la hierba, Monet pinta la sombrilla de ese mismo color, haciendo que nuestra vista pase automáticamente de un objeto al otro, recorriendo el lienzo de arriba abajo (o al revés). Por su parte, la figura de Camille es enorme, pero tampoco destaca demasiado sobre el cielo porque su vestido es prácticamente del mismo tono. Y para que nos fijemos en el chavalín, tan canijo él, le añade unos toques de rojo en el sombrero y la cara, muy ligeros, pero lo suficientemente llamativos como para que no lo pasemos por alto.
Si sumamos a todo esto la forma que tiene de pintar las sombras, con esos tonos violeta tan típicos de los impresionistas, el modo en que la luz incide sobre las figuras o se transparenta a través del tejido de la sombrilla, o el velo flotante que cubre el rostro de Camille, que se confunde con las nubes del fondo, entenderemos por qué este cuadro es una de las obras clave del Impresionismo.
La familia Monet en su jardín de Argenteuil, de 1874, obra de Edouard Manet, Metropolitan Museum, Nueva York |
En verano de 1874, Manet y Monet estuvieron mucho tiempo trabajando juntos. Uno de esos días que pasaron juntos, Manet quiso pintar a la familia Monet al completo. Es una escena encantadora en la que el pintor aparece al fondo, como quien no quiere la cosa, cuidando y regando las plantas de su jardín, mientras Camille y Jean posan para Manet sentados en la hierba, muy colocaditos y elegantes.
Madame Manet y su hijo, de 1874, obra de Pierre-Auguste Renoir, en National Gallery of Art, Washington |
Pero lo más gracioso es que ese día también había ido a visitarles Renoir y al ver a la familia ahí colocada, le pidió a Monet pinturas y lienzo, se sentó al lado de Manet e inmortalizó también la escena. El ángulo que utiliza Renoir es ligeramente distinto al de Manet (estaba sentado a su derecha) y se nota que llegó después porque Camille no mira hacia él, sino hacia Manet, que era quien la estaba pintando primero. El niño, menos disciplinado que su madre en estos temas, mira hacia el espectador en las dos obras, como si no tuviese muy claro hacia qué cámara tiene que dirigir sus ojos.