lunes, 22 de enero de 2018

El palacio de Malmaison y Josefina de Beauharnais

El palacio de Malmaison es un edificio a unos 12 km de París _ Francia, obra de los arquitectos e interioristas, Percier y Fontaine que le convirtieron en un edificio arquetípico del Neoclasicismo. Los dos habían residido en Roma, y de su período italiano heredaron el gusto por las formas clásicas, los estucos y las pinturas murales, inspiradas en su mayoría en las de Herculano, cuyas ruinas se habían descubierto a mediados del siglo XVIII.


Josefina de Beauharnais, lo compró en abril de 1799. Una finca destartalada, a ocho millas al oeste del centro de París, que abarcaba casi 150 acres de bosques y prados. La historia de este palacete está indefectiblemente ligada a la historia de Josefina Bonaparte, ya que además de ser su residencia favorita, residió en ella de forma permanente desde su divorcio de Napoleón en 1809.


Josefina consiguió transformar la gran finca en «el más bello y curioso jardín de Europa, un modelo de buen cultivo». Buscó activamente flora y fauna junto a animales exóticos y raros de todo el mundo. Josefina escribió: «Quisiera que Malmaison pronto se convierta en fuente de riquezas para todos [los franceses]...». En esto la ayudó el botánico Aimé Bonpland, quien también fue su amigo personal, antes de viajar a Sudamérica con Alexander von Humboldt.


Mientras Percier era el responsable de dibujar las formas y diseñar la decoración, Fontaine tenía a su cargo la ejecución de los trabajos. Ambos fueron los artífices del gran vestíbulo de entrada que, a modo del atrium de una villa romana, daba paso al comedor, la biblioteca, las salas de audiencia y los salones de música y billar.


Una hermosa galería acristalada en forma de tienda de campaña permitía a Josefina cuidar de sus plantas y exponer su colección de antigüedades, una de sus pasiones, que Napoleón había agrandado a su regreso de Egipto.


Finalmente, en los últimos años del Consulado, dado el elevado número de invitados –amigos, colaboradores y familiares– que frecuentaban la Malmaison, se habilitaron nuevas estancias y se construyó en el jardín un pequeño teatro con cabida para 250 espectadores.


El mobiliario también corrió a cargo de Percier y Fontaine. Utilizaron maderas nobles y siguieron líneas rectas, con el único adorno de pequeñas aplicaciones de distintos materiales.


Asimismo, el salón se decoró con unas pinturas que reflejaban los trágicos amores de Dafnis y Cloe, y se remodelaron por completo las habitaciones de la propietaria. Desde ese momento, Josefina pasó su tiempo dedicada a sus rosales y a sus plantas exóticas. Nunca dejó de tener relación con Napoleón, con quien se comunicaba de forma epistolar.


Tanto el mobiliario del château, como los tejidos empleados en su decoración, son un exponente del elegante estilo Neoclásico que tan de moda se puso bajo el Imperio. En aquellos años, la Antigüedad fue evocada con la misma frecuencia en la arquitectura, pintura, artes decorativas, e indumentaria. 


Josefina se encargó de dar su toque personal al interior de la residencia de la Malmaison, convirtiéndola en un lugar único, que recibió ilustres visitantes de toda Francia y el extranjero.


Finalmente, el 29 de mayo de 1814, cuando solo contaba 51 años, falleció en su estimada mansión a consecuencia de una neumonía. Napoleón recibió la noticia durante su destierro en la isla de Elba. Regresó en dos ocasiones más a la Malmaison: tras escapar de aquella isla y tras el desastre de Waterloo.

Detalle de Josefina en "La Consagración de Napoleón" obra de
Jacques Luis David, 1807

Más tarde el palacio se vendió a la Reina de España que finalmente se lo vendió de nuevo a Napoleón III, quien restauró la casa con su esplendor original. En 1906, el castillo se convirtió en un museo dedicado a las vidas de Napoleón y Josephine.





Bibliografía : http://www.lavanguardia.com

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